jueves, 16 de julio de 2009

ANA


Ya no estaré el día en el que se desvanezcan sobre tu alma herida por las espinas de la vida todas las flores de abril.
Caerán un otoño, quizás lejano, como pétalos marchitos sobre tu pecho; estos sueños tuyos de ahora, serán juguetes rotos cuando te enfrenten a la realidad de la vida.
Hoy te dejo estas incoherencias en el jarrón donde riegas tus requiebros.
Corre ahora con tu amanecer, los pies descalzos, por los verdes campos de la adolescencia al encuentro con la juventud; tendrás, como lo tuve yo, un verano para vivirle siempre en el recuerdo, en él esconderás celosa las vivencias de esos meses de tu verano para conservar el frescor de entonces.
Quizás desees escribirle un día, cuando se desvanezcan tus fantasías, y las hojas pardas alfombren los senderos por donde deberán pisar tus pies de ser humano al descubrir la madurez.
Ese momento sentirás tu alma herida.
Al haber caminado descalza, reconocerás la dureza de la senda, no te será extraño el sendero y podrás avanzar cuando se haga empinado el viaje.
Quedarán entonces las ramas secas del árbol de tu historia, la ya vivida, donde sin adivinarlo quedaste atada y te impidieron avanzar. Te descubrirás desnuda tú también.
No concienciarás el motivo de querer leer lo escrito en voz alta. Escucharás tu voz sin eco. Sin gravitar los sonidos, caerán tus palabras como peso muerto sobre el suelo y reconocerás tu historia, tu verdadera historia. Tal vez un grito interior de silencio te lo demanda como exigencia para hacerte olvidar la utopía y concederte la gracia de seguir viviendo, a partir de entonces, en realidad o para comenzar a vivir la realidad.
Esta es la oscura substantividad, no tiene el brillo que tienen ahora tus ojos donde se pueden leer los sueños de esos deseos por descorrer el velo de la vida.
Los sueños y los deseos los guardas, recuerda, en los entresijos de tu frescura de ahora para no perderlos nunca y comprenderás en esa hora que te anuncio, que debes desprenderte de ellos para abrazar la presencia. Te advierto de nuevo para que no te sorprendas.
Hoy... corre, corre, corre en busca de tus fantasías.
La realidad... la realidad ya vendrá negra y cruel.
Me asomo al exterior de la calle desierta con estos pensamientos sobre ti, es de madrugada, me ha despertado...
Me ha despertado la inquietud o la desesperanza, no lo sé. Ahora miro la noche sin querer ver tu noche.
Miramos los dos la noche, solo con mis ojos, tu duermes. Pero debo dejar en el viento un mensaje para ti.
La noche es una calle vacía de gentes, tan solo hace unas horas, esas gentes se movían de un lugar a otro al encuentro con sus sueños y sus realidades.
Acudían a la cita quizás con su nada, con lo puramente material.
¿Dónde está el ser?
¿Es la vida la nada cuando no trascendemos a un Dios desconocido, de quien atinamos a descubrir ni tan siquiera su rostro?
La noche son luz de farolas, alumbran las aceras y el asfalto.
Rincones en penumbra.
La noche es soledad y sueño.
Las sombras invitan a la meditación a solas en una encrucijada de la existencia; o una charla larga, en la esquina de la calle donde nos cruzaremos con quien discrepamos, o compartimos nuestras incoherencias.
Y esos pensamientos sinceros susurrados en el silencio de la oscuridad, son las luces de la noche. Los gritos del silencio.
La noche es un cielo de estrellas o solo oscuridad, observada desde un rincón de ese jardín, donde percibimos por primera vez el aroma de las rosas rojas del amor.
No de cualquier jardín.
O del misterio del universo también.
Aroma de rosas en la oscuridad de una noche, imagínalo.
Las sombras y el silencio, así concebidas, son vida encarnada en esperanza de amanecer.
O una parte de esa vida cuando no nos damos del todo. Entonces, tan solo somos violadores del misterio, del embrujo, de la ilusión, de los sueños cuando estamos despiertos.
Pero hoy, tú no tienes noche oscura, ni rota la esperanza, todo lo llena la utopía. Aún cuando el futuro sea un horizonte plagado de interrogantes para ti, al tenerle pendiente de vivir es misterio. Un crucigrama por resolver, cuyas preguntas te las formulará el camino que elijas libremente y tu escribirás o no.
O tal vez no te den la oportunidad de elegir en libertad y te señalen las respuestas, acertadas o no.
¿Serás coherente en tu andar por los senderos?
Te miro y me miro.
Tu duermes mientras cuido el sueño y medito el motivo del desvelo esta noche.
¿Velas conmigo en tu sueño?
Solo mis ojos se cruzan con las sombras de esta noche. Se miran con el silencio, con las luces de la noche que hoy son estos devaneos.
Duermes, duermes en un lugar de la casa. Duermes para vivir tus sueños.
Yo sueño despierto. Siempre viví así.
Pero esto son mis sueños.
¿Dónde está entonces mi realidad?
¿Dónde se desvanecerán los pétalos de tus flores de abril?
Solo tu, debes reconocer un día una realidad como propia, recógela o no, sin escuchar al viento donde te dejo un pensamiento.
Solos, sin asidero, cruzaremos el horizonte. Por este motivo no debes hacer caso al viento.
Mi grito en el viento tan solo es la queja por un amor imposible.


En el ocaso de un verano, te escribo un día de 2007

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